16/3/10




Otras veces, en señal de amistad Henry ayudaba a Ottis en sus actividades pirómanas. La ocasión en la que más disfrutaron fue cuando quemaron una casa con un anciano dentro. Contemplaron desde la calle cómo el anciano pedía ayuda por la ventana y moría abrasado, y Ottis culminó la experiencia masturbándose allí mismo.



"Qué alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío. El único que todavía no he experimentado."




El primer día deleitó a los fotógrafos esgrimiendo una revista porno, pero más tarde, abatido, se quitó la ropa y meneó el pene gritando: "Fíjense qué inutilidad, ¿Qué los hace pensar que iba a hacer con esto?"




Durante los años que estuvo en prisión se dedicó a la pintura cuyos cuadros llegaron a tener un valor de más de 300.000 dólares. Además concedió diversas entrevistas en las que llamaba maricones y escoria a sus víctimas.

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