17/11/09



Son las ocho del anochecer y Mónica está tumbada satisfecha en su tierna camita. No tiene todas las cosas que tienen sus amigas pero se considera feliz con lo que tiene. Tiene una acogedora casa que no es muy grande ni tampoco está repleta de lujos. Pero sí que tiene cosas que a otras casas le faltan.

Esas cosas son gente que quiere y le quieren a ella. Vive con su madre y su abuela. Una falta de padre que en otras personas puede hacer padecer, en ella se ha minimizado esa afección pues el amor de su madre y abuela suplen con sobra lo que pudiera faltarle. Mónica sigue la tradición de toda su familia y es debota a más no poder. Asiste semanalmente sin falta, al encuentro dominical con Dios y el resto de la semana no olvida su creador y cada noche le cuenta lo bueno y (raramente) malo que haya podido hacer y acepta sus consejos.

Mónica cuenta pero, con un vecino que lo supera anchamente en lo que se trata de devoción a Dios. Se trata del padre José. Conoce a este vecino desde que tiene razón para ver una persona y reconocerla al día siguiente como la misma. El padre José es rector en el mismo colegio que estudia Mónica. Se encarga de dar apoyo espiritual a las chavas mayores que ella por lo que no es en el colegio que lo ve Mónica, sino en casa. Donde a petición de su madre, el padre José le da las enseñanzas católicas.

Hace poco que cada tarde, el padre José y Mónica se reunen una horita en casa de esta donde es instruida sobre el bien obrar. A Mónica le parecen fascinantes todas las cosas que le explica el padre José. Le encantaría seguir el mismo camino que él pero limitarse a ser monja no le atrae mucho, lo que le gustaría a ella es ser "Sacerdota" u "Obispa" pero las cosas no pintan muy bien porque la iglesia no parece que tomará a corto plazo una tremenda reforma.

Mónica quiere al padre José como si fuera su propio padre. Quizá la falta de este ha echo que tome su importancia y esto Mónica lo sabe pero aún así, no duda ni un día al pedir a Dios, ver al día siguiente a su madre, su abuela y el padre José.

Vamos a asistir a una clase de Mónica como si asistieramos a una obra de teatro:

¡Ding-dong! Suena el timbre de casa de Mónica. Son las 18:00, seguramente será el padre José que asiste puntual a mi catequesi (piensa Mónica). Efectivamente es padre José que con su pesada bíblia ha bajado a mi piso para instruirme espiritualmente.

Ambos se saludan con una reverencia y se encaminan hacia el salón donde se prepara otra sesión de catequesi. Mónica está ilusionada porque se considera superior a sus amigas que aún no tienen este tipo de educación.

-José: bien Mónica, ¿vas cumpliendo todas estas cosas que hemos aprendido? ¿Tienes un comportamiento correcto con todos tus cercanos, y si no lo tienen ellos contigo, tratas de instruirlos para que hagan como tú?

-Mónica: sí claro padre, creo que de momento es fácil seguir el consejo de Dios porque me sale todo sin pensar antes en ello, me da miedo hacerme grande porque creo que entonces no será tan fácil seguir el consejo de Dios.

-José: tristemente cierto lo que dices, pero con valor y sabiduría todos podemos conseguir ser buenas personas, recuerdalo.

El padre José le hace el signo de la cruz a Mónica para bendecirla y se sientan ambos a la mesa.

-José: hoy vamos a adelantarnos un poco y te voy a enseñar el primer capítulo del nuevo testamento. Leetelo y cuando lo tengas bien aprendido dímelo que te preguntaré sobre él.

Mónica se pasó apenas 5 minutos para aprenderse el capítulo y cuando lo tuvo dentro de su mente, avisó a padre José para que hiciera su labor.

-José: Vale hija, ahora vamos a hacer lo siguiente. Te sorprenderá pero Dios va a hablar por tus labios. Tú cerrarás los ojos y yo te preguntaré sobre el capítulo y veras como tu boca habla sola y me relatas todo lo que apenas acabas de leer.

-Mónica: ¡oh! ¿de verdad va a pasar eso? ¡Pero eso es un milagro! ¡Nunca creí que vería uno y ahora estoy a punto de formar parte de él yo misma!

-José: tranquila hija, deja que las fuerzas divinas fluyan por tu cuerpo y todo te parecerá más fácil de lo que parece.

-Mónica: vale, vale, cuando usted diga, cierro los ojos.

-José: espera un momento, primero te explico como irá todo. Sentirás la sensación de que Dios coge tu mano. Y sentirás como su fuerza coge cuerpo en ti y te hace mover tus manos y decir cosas sin ser tu consciente de ellas.

-Mónica- ¡oh! estoy emocionadísima padre José. Empezemos por favor, quiero entrar en contacto con Dios.

Mónica cerró los ojos y esperó atenta la visita del creador.

-José: desátate, no estés tensa, intenta pensar quien eres tú y qué eres comparada con él.

Diciendo esto, el padre José se puso a 4 patas debajo de la mesa ante la enfaldada cintura de Mónica.

-José: dilo; ¿cuando entró encinta María, futura madre de Jesús?

-Mónica: Estando desposada con José, antes de que convivieran.

Mientras Mónica decía esto, José le levantó la falda y le bajó los calzones.

-José: ¿por qué José no la denunció?

-Mónica: porque un ángel del señor se le apareció y le dijo que la encinta de su esposa era obra del espiritu santoooooooh!

El gemido de Mónica fue causado porque la lengua del padre José se introdujo en su panocha.

-Mónica: ¿qué pasa padre José? Creo que estoy sintiendo la visita de Dios que me dijo.

-José: seguramente de eso se trata, trata de seguir contestando mis preguntas y sobre todo no se te ocurra abrir los ojos, porque esto haría enfadar a nuestro señor.

-Mónica: valeeeh, uhmmm.

-José: ¿cual era la función que le dijo el angel a José, que tendría el hijo nacido de la virgen María?

-Mónica: oooh, oooh, oooh, salvar al pueblo de sus pecados, oooh, padre José, creo que siento la llegada del señorrr. OoOh, OoOh, OoOh.

Mónica estaba llegando al orgasmo y padre José no le dio perdón e hizo ese primer virginal orgasmo de Mónica, tan largo y fuerte como pudo con la ayuda de su lengua.

Aprovechando el absentismo post-orgásmico de Mónica, José la levantó y la tumbó encima del escritorio boca abajo.

-José: ¿qué has notado? ¿Has notado el cuerpo de Dios entrar en contacto contigo?

-Mónica: oh sí padre, creo que durante un momento nos hemos dado la mano y ha sido la experiencia más maravillosa de mi vida.

-José: bien, vamos a continuar. Ahora dímelo todo de carrerilla, todo el parrafo, o las ideas principales, dímelas todo junto. Y si el señor te da la mano, tú no la dejes ir, cogela bien y siente toda la energía que te dará.

-Mónica: El nacimiento de Jesús fue así...

Mientras Mónica recitaba, José se bajó los pantalones y se sacó la poronga. Le levantó la falda y empezó a jugar con la punta de su verga en la rajita de Mónica.

-Mónica: José, su marido ssh, siendo justo y ssh, no queriendo denunciarla ssh...

-José: ¿como se llamó el hijo de María?

Dijo José, apuntando la poronga en la panochita de Mónica.

-Mónica: Jesússssssssssss.

Justo en el momento de pronunciar Mónica el nombre del profeta de Dios, José introdujo de sopetón, todo el pene en el interior de Mónica, haciendole visitar el cielo.

-Mónica: OoOh, OoOh, OoOh, OoOh, OoOh.

-José: no sueltes la mano de Dios, sigue relatando la concepción de Jesús.

-Mónica: OoOh, José, OoOh, hijo de David, OoOh, no temas recibir contigo a María, OoOhmmm, pues su concepción es del espíritu santo, OoOhOoOhOoOh Dios míoooooo, por favor Dios míoooo, llévame contigo al cielooooohmmm.

-José: thumb, thumb, thumb, ¡no pares tu discurso! ¡sigue abrazada al señor!!! thumb, thumb!

-Mónica: ooooh Dios mioooo!, eres el más grande entre los grandes! Te sirvo y te serviré hasta el fin de mis días! OoOoOoOoh.

-José: ¡Soy Dios hija mía! creo que te has ganado la salvación, en recompensa te daré una energía divina que estará dentro de ti el resto de tu vida y te hará superar los más grandes obstáculos con mi ayuda.

-Mónica: ¡oh gracias señor! ¡recibiré tu fuerza con toda mi alma! ¡espero servirte hasta el fin de mis días!!!!!

En recitado el poseso discurso, padre José eyaculó su más pura esencia en el interior de su feligresa, acometiendo profundamente unos embistes que hicieron vivir a Mónica un final orgasmo, justo en el momento que era fertilizada por el instructor de su alma.

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