7/12/09

La última noche

Qué noche la de aquel día!
Una historia para recordar, ya lo creo.
Fue mi día del juicio final particular.
En la constante lucha por salvar mi alma, me adentré en un oscuro lugar, poblado por sombras inquietas e inquietantes luces.
Entre la muchedumbre estaba Dios, me miró fijamente y me vomitó en los zapatos.
7 trompetas zumbaban en mi cabeza, su sonido se intensificaba con tu presencia.
De repente todo se volvió verde y entré en trance.
Como en mis pesadillas, comenzaron a caérseme los dientes uno a uno, y traté de recogerlos del suelo antes de que alguien pudiese privarme de recomponer mi dentadura.
Qué poco pesaban aquellos contenedores de plástico! flotaban sobre mi cabeza como nubes de estiércol, chocaban entre sí y provocaban potentes aguaceros que apaciguaban los pensamientos hostiles.
Quería irme a casa, pero sabía que iba a ser peor.
Los salvos se dirigían a mí, de sus bocas sólo salían sandeces. Qué sabrían ellos? Cómo osaban cuestionarme?
La salvación era el Averno.
La tierra se abría, pero no me tragaba, maldita sea, por qué?
Había estallado el apocalipsis. Los jinetes eran seis, o quizás más, nunca lo sabré.

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